27/6/14

Propósitos para el verano

“Cada vez que se encuentre usted del lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar”, Mark Twain.



Sabéis que no me gustan los propósitos de año nuevo porque nunca los cumplo, aunque cada año me vuelvo más disciplinada (o soy más consciente de los imposibles). Quizás este verano, porque se ha convertido en el preludio de una nueva temporada llena de cambios, he decidido cumplir unas normas, hacerme propósitos. Este verano, más que nunca, será el comienzo de una nueva etapa apasionante y por ello espero no defraudar(me). Para ello he decidido luchar contra mis fantasmas, no temer lo desconocido y vivir arriesgando. Estos son mis propósitos, ¿cuáles son los tuyos?


 Vivir, una vez más, unas fiestas de pueblo (de mi pueblo). El año pasado me las perdí, fue el primer año que no las vivía. Este año no será así y viviré las verbenas, las reuniones surrealistas y las noches infinitas como si no hubiese mañana. Porque no hay mañana.

Descubrir un lugar nuevo del mundo. Este es mi propósito constante, porque si algo sé es que la incultura se combate viajando y leyendo y no puedo parar de hacer ninguna de las dos cosas. Croacia es el destino que elegí, el Mediterráneo en estado puro, la mejor de las compañías y el alma abierta a la aventura del viajero.

Huir de lo turístico. Me he dado cuenta que si hay algo que no soporto son las aglomeraciones. Las playas atestadas de gente, los niños tirándote arena, las sombrillas estropeando mis instantáneas… Me gusta jugar a buscar lo original, lo que no conoce mucha gente. Aunque esto es algo complicado en el mundo de los secretos a voces, muchas veces se consigue. El truco: viajar cuando nadie viaja, salir cuando nadie sale, ir donde nadie va. 

 No perseguir el verano perfecto a lo Estrella Damm. El verano perfecto, al igual que la historia perfecta, la escribes tú. Con sus luces y con sus sombras. En un verano donde el tiempo libre es el sujeto, habrá momentos aburridos, momentos de soledad, momentos de vacío. No podemos estar eufóricos las 24 horas de día, ni siquiera en el paraíso. Hay que disfrutar de los momentos de soledad, y hay que disfrutar del lujo de aburrirse.

Leer, leer, leer. Cuando el lujo del aburrimiento se atisbe como un iceberg, cogeré uno de los muchísimos libros que tengo pendientes. El propósito dentro del propósito es leer en versión original (por ahora sólo los libros escritos en inglés). Me avergüenza reconocer que en mi lista de no leídos se encuentran Lolita, 1984, El retrato de Dorian Gray o Anna Karenina. Espero que después de este verano, la lista sea mucho más corta.

Decir NO  la pereza. Cualquier plan tiene que ser bienvenido. Me espera un año donde el tiempo libre va a brillar por su ausencia y no puedo dejar que la pereza arruine grandes planes. Proponed y disponed. Yo diré SÍ a todo.

Dar la bienvenida a los pequeños defectos que sacamos a la luz en esta época de semi-nudismo. No hay complejo que valga, ni piel de naranja que estropee un día fantástico. Las mujeres hemos perdido demasiado tiempo quejándonos de nuestros cuerpos, de los defectos que a nuestros ojos son terribles (pero que son adorables para mucha otra gente). Este verano olvidemos las imperfecciones, ¿hay algo más aburrido que la perfección?

Alejar la hipocresía y el cinismo. Últimamente no paro de leer estamentos en las redes sociales que me parecen de lo más extravagantes, hipócritas, sin criterio y sin sentido común. También los oigo en las tertulias televisivas, en los telediarios. Y lo peor de todo es que en la cotidianidad de la vida percibo el mismo tufo. Naturalidad, sinceridad, verdad. Seamos coherentes, locos pero coherentes.

Jugar, jugar sin parar. En la playa, en la piscina, en las terrazas. Vivir amores de verano, historias de verano, las “últimas tardes con Teresa”. Arriesgar. Pasear en bici. Enamorarme (cada día y cada hora). Jugar. Mejor perder que no haber jugado.

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